sábado, 24 de agosto de 2013

FÁTIMA AL-MAGERIT. ASTRÓNOMA

Astrolabium
             Astrolabio                      
Fátima al-Magerit
              

Estimada Fátima:
Me satisface comenzar estas misivas situándonos en la villa que nos vio nacer e intento imaginar, cómo era aquel Magerit del siglo X en el que tú naciste, posiblemente una población recoleta en torno a la fortaleza que acababais de construir sobre la colina y que descendía hasta el Manzanares.

No sé si ya estaría abierta la Puerta del Sol en la muralla, en cualquier caso, irías a la Mezquita, en la confluencia de la Costanilla, descenderías por la calle que hoy llamamos de Segovia y te acodarías en algún pretil sobre la cuesta de la Vega, un excelente minarete éste de las Vistillas para contemplar la situación de las estrellas en el oeste. Próxima a la al-mudaina, justo al lado, la alcazaba propiamente dicha y los jardines que nosotros llamamos Campo del Moro, porque en 1109 el Emir Alí bint-Yusuf estableció allí su campamento.

Fue tu padre, el astrónomo Mostema bint-Ahmed al-Magerit, el maestro que te enseñó a medir la altura de los astros sobre el horizonte. De la importancia de tus obras: Tratado del astrolabio, da fe el hecho de que sea un instrumento de navegación que fue usado hasta el siglo XVIII y en el que se basan numerosos trabajos posteriores. Otra de tus obras realizada sobre las observaciones astronómicas recibe el nombre de Correcciones de Fátima, ambas se conservan en la biblioteca del Monasterio de El Escorial. (5)

Es muy posible que os relacionarais con el también astrónomo Abd al-Rahman al-Sufí (903-986), cuyo Libro de las estrellas fijas aún se utiliza para establecer variaciones de la luminosidad y la posición de las estrellas listadas.

Resulta asombroso saber que los mapas celestes se grababan en la madera y la simbología de las constelaciones se correspondían más o menos con los límites de la figura que representabais.

Sesenta y cuatro fueron las constelaciones que nos dejasteis nominadas y tan sólo veinticuatro las que se han ido añadiendo en fechas posteriores. La Tierra, entonces, permanecía inmóvil y tras el ábside celeste se hallaban las esferas móviles que representaban a los planetas.
Las formas han cambiado y muchas son las vueltas que han dado los satélites y la ciudad de Madrid, desde la que te escribo. Allá por el año 1329 se alzaría, sobre la lonja de trigo, el templo de la Virgen de la Almudena al llegar los cristianos y comenzar a reunirse las Cortes. También llegarían los judíos que se agruparon cerca de vosotros; pero en 1493 desaparecerían tanto la Sinagoga como la Mezquita, al ser expulsados unos y otros, sin embargo, persiste el barrio que os recuerda, el de la Morería.

Tiempo enrarecido el de hoy para percibir con tan sólo el ojo humano las radiaciones y el espectro de las estrellas, las vistillas no alcanzan a contemplar el panorama de las laderas en la vega hasta el aprendiz de río, ni los pardos bosques están exentos de cúmulos de hormigón y cemento y los estratos de la sociedad se tambalean con la nueva invasión de tu raza.

Si aparecieras hoy te asombraría lo mucho que han avanzado los artilugios para trasladarnos al cosmos visitando la luna y otros planetas. Y lo poco que hemos aprendido a mirarnos, hombres y mujeres, para reparar las miserias y amar la naturaleza.
Opacidad de la memoria en la que no se refleja tu espejo.

Recibe un manojo de magnolias

Significa: Pudor



Texto de "Mujeres en el umbral de la historia"
Autora: Mª Rosa Jaén
(R.J.M./ISNI.1.1771.5860)
AE.AE., Madrid, 2005
Fotos, añadidas de Internet


(5) SEGURA GRAIÑO, Cristina Mujeres célebres Diccionario Espasa. Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1998 

viernes, 9 de agosto de 2013

APUNTES SOBRE ACADÉMICAS



Apuntes sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda, Concepción Arenal, 
Emilia Pardo Bazán y María Isidra Guzmán y de la Cerda.

   En mayo de 2002 publiqué en la Revista Literaria "Autores-Lectores", unos Apuntes sobre Académicas, finalizaba diciendo: “¿Cuando será posible que la mujer sea admitida no por cuota si no por el reconocimiento de su esfuerzo personal y el requisito indispensable de la importancia de su trabajo?. La asignación por “ser mujer”, no siempre proporciona los mejores resultados en sus funciones”. En aquel momento, eran tres las Académicas, que figuraban en la Real Academia de la Lengua: Doña Ana María Matute, doña Carmen Iglesias y la recientemente admitida doña Margarita Salas.Tres mujeres, igual número a las que se propusieron en 1891 y que tan gran polvareda levantaron, aunque el reconocimiento de sus méritos se esfumó con el viento. Anteriormente, sólo había sido propuesta una mujer.



 Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda 
(Camagüey, Cuba 1814- Sevilla 1873) 

  En 1853, a la muerte del académico don Nicasio Gallego, doña Gertrudis solicita ser admitida como miembro de número en la Academia con el aval de varios académicos y, sobre todo con una abundante y prestigiosa obra literaria que muy pocos escritores podían igualar. 

   Dominaba la poesía con pasión, escribía novela, teatro, pero su compleja vida personal no era la más adecuada para los prejuicios de la época. Lo que sucedió en realidad, fue que la mayor parte de los académicos, se sintieron aterrorizados por la habilidad que poseía la adorable Tula. Los sesudos varones votaron en contra, bajo el pretexto de la saya, aunque al comunicarle la decisión no escatimaron elogios para su buen hacer literario.

   Así dados los antecedentes, años después, en 1891, cuando algunos académicos propusieron a tres mujeres para sendos sillones académicos, tuvieron un buen pretexto para mostrar su disconformidad, alegando que ya se había cometido una injusticia con doña Gertrudis y lejos de enmendar su proceder, lo reiteraron.





  Doña Concepción Arenal 
                                          (Ferrol 1820- Vigo 1893) 


    Es propuesta para la Academia de Ciencias Morales y Políticas, sillón que le correspondía por haber ganado un concurso mediante oposición al grado de académico en el que superó con creces a don Pedro Armengol y don Francisco Lastres que ganaron los accesits, éstos se adhieren a la propuesta para que ocupe el cargo. 

   Concepción Arenal rompió moldes, siendo la primera mujer que asiste a la universidad con ropas masculinas. Logrando el premio convocado por la Academia, aunque traten de negarselo alegando que se ha presentado con el nombre de su hijo Fernando, que cuenta entonces, 10 años. "La Mujer del porvenir", visitadora de cárceles de mujeres ha sido la designada para representar a España en un Congreso penal realizado en Estocolmo. Es intelectualmente más brillante que sus coetáneos, aparte de sus numerosos ensayos, cultiva también la poesía, dramaturgia y zarzuela. La mezquindad masculina de la mayoría, niega lo que por derecho le correspondía.




   Doña Emilia Pardo Bazán 
(La Coruña 1851-Madrid 1921) 

   Fue tal vez, la mejor novelista española del siglo XIX y una de las escritoras más destacadas de nuestra historia literaria. Además de novelas y cuentos, escribió libros de viajes, obras dramáticas, composiciones poéticas y numerosas colaboraciones periodísticas, a través de las cuales su presencia fue constante en la España de su tiempo. Con su obra y su vida puso de manifiesto la capacidad de la mujer para ocupar en la sociedad los mismos puestos que el varón, sin renunciar a lo específicamente femenino.

   "Tengo por importante entre todos, el concepto de que la novela ha dejado ser obra de mero entretenimiento, modo de engañar gratamente unas cuantas horas, ascendiendo a estudio social, psicológico, histórico, pero al cabo estudio" (Del Prefacio a "Un viaje de novios")

   La Condesa de Pardo Bazán estaba en la cumbre de su obra literaria, novelista afamada, crítica erudita, cargada de honores, hizo llegar su instancia al director de la Academia, en la seguridad de sus méritos. Otra mujer había sido propuesta, la Duquesa de Alba, en este caso, para la Academia de Historia.

   La Cuestión académica femenina saltó a la calle y fueron muchas las opiniones expuestas por escritores, políticos y jurisconsultos en "El Heraldo de Madrid" (Junio de 1891) y en otros periódicos, entre ellos, Juan Pérez de Guzmán que dice: “Yo, desde hoy, me atrevo a pedir un sitial en la Real Academia de la Lengua Española para doña Emilia Pardo Bazán, que ha empuñado el cetro de nuestro mundo de las letras y conquistado las supremas jerarquías. Otro para doña Concepción Arenal en la de Ciencias Morales y Políticas, cuyos estudios sociológicos la colocan a la altura de los primeros escritores sociólogos de los dos Mundos. Y no hablo de la de la Historia por no ofender la modestia de la ilustre Duquesa de Alba”.

   Rafael Salillas en la misma fecha escribe: “En mi concepto, el sexo está en la obra misma. Hay, literariamente, obras masculinas y femeninas, sin que esto implique que hayan de ser necesariamente las unas obras de varón y las otras de hembra. Por el contrario, de igual manera que se dijo de una ilustre escritora “es mucho hombre esta mujer”, se puede decir de algún escritor “es mucha mujer este hombre”. El cerebro contradice en muchas ocasiones lo que el sexo indica. “El genio no tiene sexo”.

   Rafael María de Labra reconoce los méritos de, “las mujeres que, sin dejar de ser mujeres de su casa, madres cuidadosas y amantes de sus hijos piensan y escriben como hombres y son dignas de toda clase de honores y distinciones”.

   Juan Valera escribe un ensayo con fina ironía sobre la “
Cuestión Académica” y en él expresa la opinión de muchos, que, “le piden a Dios que se desista del empeño de elegir académicas de número, porque acaso, satisfaciendo su vanidad, provocarán desbarajustes, vejando con sus cursilerías y poniendo en solfa a las Academias”. “Nadie, a no ser por ignorancia o por envidia, niega que las damas aludidas valen tanto por su saber, su ingenio, su actividad literaria y su talento de escritoras como cualquiera de los más dignos inmortales”. Pero, en un salón de buena compañía, “tendríamos que ser académicos de pies a cabeza, en lugar de amigos discretos, donairosos y bien humorados, que sin pelos en la lengua departen sobre asuntos entretenidos y aguzan el ingenio. ¡Adiós a los chascarrillos!

   Muchos otros personajes se adhieren con sus manifestaciones a la inclusión de las tres mujeres para los sitiales académicos, como Francisco Lastres, Manuel Mesonero Romanos (“El Curioso Parlante”), Laureano Figuerola, expresidente del Senado, Campoamor, Narciso Campillo, Romero Girón, Eugenio Montero Ríos, Luis Vidart, entre otros.

   La “cuestión” fue, que los anhelos académicos de las tres mujeres se quedaron en el umbral de las Academias. Curiosamente y tal vez, de forma anecdótica, sí que hubo una mujer conocida como la Doctora de Alcalá que llegó a ostentar la dignidad de Académica de la Lengua, aunque sólo fuese por obra y gracia de la real majestad.



   Dª María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda 
(Madrid 1768- Córdoba 1803) 


    Hija de dos Grandes de España y nieta de la Condesa de Paredes, que publicó varios volúmenes de tipo religioso. María Isidra, alcanzó una instrucción poco común y fue nombrada socia honoraria de la Academia Española, donde pronunció un discurso sobre la "Oración del género eucarístico", en diciembre de 1874. Contando 16 años y con autorización del rey Carlos III, recibió en la Universidad de Alcalá, el grado de Doctora y Maestra en la Facultad de Artes y Letras humanas, además de ser investida con los títulos de Catedrática de Filosofía y conciliadora Examinadora.

   Tiempo después contrajo matrimonio con el marqués de Guadalcazar. La Universidad Complutense hizo una medalla de plata en su honor Todo parece indicar, sin embargo, que, aunque inteligente, no ahondó mucho en sus estudios, que no pasaron de discretos. Es cierto que, a instancias de la Sociedad Económica Matritense y pese a la oposición machista,  logró entrar en ella después de realizar una versión del Agricultor latino Columela. Su salud era bastante endeble y falleció cuando apenas contaba treinta y cinco años.

   Tuvo que pasar un siglo hasta que otra mujer recibiera el Grado de Doctora en esta ocasión, en Medicina, Martina Castells Ballespi, fue en Madrid en 1882.

   Volviendo al tema inicial sobre "la cuestión académica femenina" y ante la petición reciente, de darle el título de Académica de la Real Academia de la Lengua Española a título póstumo a doña Gertrudis de Avellaneda.
   
   Mis preguntas son: ¿Qué satisfacción se da a quien no puede disfrutar del título? ¿No volvería a cometerse una injusticia al no dárselo también a doña Concepción Arenal y a doña Emilia Pardo Bazán? ¿No existen otras necesidades de justicia, más perentoria, con las que ahora son excelentes literatas y no acceden a un sillón en la R.A.E.? 

   Imaginad, por un momento, que el Premio Nobel se lo entregaran a un hombre o una mujer, a título póstumo. Los premios y reconocimientos, al igual que las flores, hay que entregarlos en vida, para el disfrute personal. No para secarse al sol, sobre una tumba. Es mi particular opinión.

Rosa Jaén Moreno.
(8.8.13/ISNI.001.1771.5860)