Doña Gertrudis
Gómez de Avellaneda
(Camagüey, Cuba 1814- Sevilla 1873)
En 1853, a la muerte del
académico don Nicasio Gallego, doña Gertrudis solicita
ser admitida como miembro de número en la Academia con el aval de
varios académicos y, sobre todo con una abundante y prestigiosa obra
literaria que muy pocos escritores podían igualar.
Dominaba la
poesía con pasión, escribía novela, teatro, pero su compleja vida
personal no era la más adecuada para los prejuicios de la época. Lo
que sucedió en realidad, fue que la mayor parte de los académicos,
se sintieron aterrorizados por la habilidad que poseía la adorable
Tula. Los sesudos varones votaron en contra, bajo el pretexto de la
saya, aunque al comunicarle la decisión no escatimaron elogios para
su buen hacer literario.
Así dados los antecedentes, años después, en 1891, cuando algunos académicos propusieron a tres mujeres para sendos sillones académicos, tuvieron un buen pretexto para mostrar su disconformidad, alegando que ya se había cometido una injusticia con doña Gertrudis y lejos de enmendar su proceder, lo reiteraron.
(Ferrol 1820- Vigo 1893)
Es propuesta para la Academia de Ciencias Morales y Políticas, sillón que le correspondía por haber ganado un concurso mediante oposición al grado de académico en el que superó con creces a don Pedro Armengol y don Francisco Lastres que ganaron los accesits, éstos se adhieren a la propuesta para que ocupe el cargo.
Concepción Arenal rompió moldes, siendo la primera mujer que asiste a la universidad con ropas masculinas. Logrando el premio convocado por la Academia, aunque traten de negarselo alegando que se ha presentado con el nombre de su hijo Fernando, que cuenta entonces, 10 años. "La Mujer del porvenir", visitadora de cárceles de mujeres ha sido la designada para representar a España en un Congreso penal realizado en Estocolmo. Es intelectualmente más brillante que sus coetáneos, aparte de sus numerosos ensayos, cultiva también la poesía, dramaturgia y zarzuela. La mezquindad masculina de la mayoría, niega lo que por derecho le correspondía.
Doña
Emilia Pardo Bazán
(La Coruña 1851-Madrid 1921)
Fue tal vez, la mejor novelista española del siglo XIX y
una de las escritoras más destacadas de nuestra historia literaria.
Además de novelas y cuentos, escribió libros de viajes, obras
dramáticas, composiciones poéticas y numerosas colaboraciones
periodísticas, a través de las cuales su presencia fue constante en
la España de su tiempo. Con su obra y su vida puso de manifiesto
la capacidad de la mujer para ocupar en la sociedad los mismos
puestos que el varón, sin renunciar a lo específicamente femenino.
"Tengo
por importante entre todos, el concepto de que la novela ha dejado
ser obra de mero entretenimiento, modo de engañar gratamente unas
cuantas horas, ascendiendo a estudio social, psicológico, histórico,
pero al cabo estudio" (Del
Prefacio a "Un viaje de novios")
La
Condesa de Pardo Bazán estaba en la cumbre de su obra literaria,
novelista afamada, crítica erudita, cargada de honores, hizo llegar su instancia al director de la Academia, en la seguridad
de sus méritos. Otra mujer había sido propuesta, la Duquesa de
Alba, en este caso, para la Academia de Historia.
La
Cuestión
académica femenina saltó
a la calle y fueron muchas las
opiniones expuestas por escritores, políticos y jurisconsultos en
"El Heraldo de Madrid" (Junio de 1891) y en otros
periódicos, entre ellos, Juan Pérez de Guzmán que dice: “Yo,
desde hoy, me atrevo a pedir un sitial en la Real Academia de la
Lengua Española para doña Emilia Pardo Bazán, que ha empuñado el
cetro de nuestro mundo de las letras y conquistado las supremas
jerarquías. Otro para doña Concepción Arenal en la de Ciencias
Morales y Políticas, cuyos estudios sociológicos la colocan a la
altura de los primeros escritores sociólogos de los dos Mundos. Y no
hablo de la de la Historia por no ofender la modestia de la ilustre
Duquesa de Alba”.
Rafael
Salillas en la misma fecha escribe: “En mi concepto, el sexo está
en la obra misma. Hay, literariamente, obras masculinas y femeninas,
sin que esto implique que hayan de ser necesariamente las unas obras
de varón y las otras de hembra. Por el contrario, de igual manera
que se dijo de una ilustre escritora “es mucho hombre esta mujer”,
se puede decir de algún escritor “es mucha mujer este hombre”.
El cerebro contradice en muchas ocasiones lo que el sexo indica. “El
genio no tiene sexo”.
Rafael María de Labra reconoce los méritos de, “las mujeres
que, sin dejar de ser mujeres de su casa, madres cuidadosas y amantes
de sus hijos piensan y escriben como hombres y son dignas de toda
clase de honores y distinciones”.
Juan Valera escribe un ensayo con fina ironía sobre la “Cuestión
Académica”
y en él expresa la opinión de muchos, que, “le piden a Dios que
se desista del empeño de elegir académicas de número, porque
acaso, satisfaciendo su vanidad, provocarán desbarajustes, vejando
con sus cursilerías y poniendo en solfa a las Academias”. “Nadie,
a no ser por ignorancia o por envidia, niega que las damas aludidas
valen tanto por su saber, su ingenio, su actividad literaria y su
talento de escritoras como cualquiera de los más dignos inmortales”.
Pero, en un salón de buena compañía, “tendríamos que ser
académicos de pies a cabeza, en lugar de amigos discretos,
donairosos y bien humorados, que sin pelos en la lengua departen
sobre asuntos entretenidos y aguzan el ingenio. ¡Adiós a los chascarrillos!
Muchos
otros personajes se adhieren con sus manifestaciones a la inclusión
de las tres mujeres para los sitiales académicos, como Francisco
Lastres, Manuel
Mesonero Romanos (“El Curioso Parlante”), Laureano Figuerola,
expresidente del Senado, Campoamor, Narciso Campillo, Romero Girón,
Eugenio Montero Ríos, Luis Vidart, entre otros.
La
“cuestión” fue, que los anhelos académicos de las tres mujeres
se quedaron en el umbral de las Academias. Curiosamente y tal vez, de
forma anecdótica, sí que hubo una mujer conocida como la Doctora
de Alcalá
que llegó a ostentar la dignidad de Académica de la Lengua, aunque
sólo fuese por obra y gracia de la real majestad.
Dª
María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda
(Madrid
1768- Córdoba 1803)
Hija de dos Grandes de España y nieta de la
Condesa de Paredes, que publicó varios volúmenes de tipo religioso. María
Isidra, alcanzó una instrucción poco común y fue nombrada socia
honoraria
de la Academia Española, donde pronunció un discurso sobre la
"Oración del género eucarístico", en diciembre de 1874.
Contando 16 años y con autorización del rey Carlos III, recibió en
la Universidad de Alcalá, el grado de Doctora y Maestra en la
Facultad de Artes y Letras humanas, además de ser investida con los
títulos de Catedrática de Filosofía y conciliadora Examinadora.
Tiempo
después contrajo matrimonio con el marqués de Guadalcazar. La
Universidad Complutense hizo una medalla de plata en su honor Todo
parece indicar, sin embargo, que, aunque inteligente, no ahondó
mucho en sus estudios, que no pasaron de discretos. Es cierto que, a
instancias de la Sociedad Económica Matritense y pese a la oposición
machista, logró entrar en ella después de realizar una
versión del Agricultor latino Columela. Su salud era
bastante endeble y falleció cuando apenas contaba treinta y cinco
años.
Tuvo
que pasar un siglo hasta que otra mujer recibiera el Grado de Doctora en esta ocasión, en Medicina, Martina Castells Ballespi, fue en Madrid
en 1882.
Volviendo al tema
inicial sobre "la cuestión académica femenina" y ante la petición reciente, de darle el título de Académica de la
Real Academia de la Lengua Española a título póstumo a doña
Gertrudis de Avellaneda.
Mis
preguntas son: ¿Qué satisfacción se da a quien no puede disfrutar
del título? ¿No volvería a cometerse una injusticia al no dárselo
también a doña Concepción Arenal y a doña Emilia Pardo Bazán?
¿No existen otras necesidades de justicia, más perentoria, con las
que ahora son excelentes literatas y no acceden a un sillón en la
R.A.E.?
Imaginad, por un momento, que el Premio Nobel se lo
entregaran a un hombre o una mujer, a título póstumo. Los
premios y reconocimientos, al igual que las flores, hay que
entregarlos en vida, para el disfrute personal. No para secarse al sol, sobre una tumba. Es mi particular opinión.
(8.8.13/ISNI.001.1771.5860)